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lunes, 22 de agosto de 2011

Los negocios de Monsanto

(Argentina Socialista)


El hambre es un negocio.

Las proyecciones de los investigadores dicen que la población mundial duplicará hacia 2050 la demanda de alimentos.
Este dato, una verdadera vergüenza para la humanidad es leído, sin embargo, como una oportunidad para los que hacen negocios en estas pampas ubérrimas.
Según el profesor de política agropecuaria de la Universidad de Illinois Bob Thompson: “El rol de América del Sur y de la Argentina es muy importante porque tienen más potencial de productividad que otras regiones, tienen los mejores suelos del mundo y el mundo los necesita. En los próximos 40 años se va a incorporar una población equivalente a dos veces China para alimentar. A lo que se suman las perspectivas de reducción mundial de la pobreza y el incremento de gente con mejores ingresos que accederá a una dieta balanceada”, indicó en diálogo con diferentes medios de comunicación. Para los estudiosos, en la primera mitad de este siglo la demanda mundial de alimentos podría duplicarse por el crecimiento de la población mundial, mientras que la otra mitad responde al incremento de los ingresos de cada vez más personas en los países de bajos recursos.
Esta es una reflexión por lo menos curiosa porque el sistema genera una repetición de su propia lógica: los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres.
Quizás esta interpretación es una máscara de falsa conciencia para aplacar el verdadero espíritu del negocio floreciente. El hambre termina siendo una ocasión inmejorable para ciertas empresas que manejan, a nivel mundial, el comercio de granos y derivados.
Y una de las multinacionales que se anotan en la línea de largada de este fenomenal paquete de dinero a costa de las necesidades alimentarias de millones en Monsanto, la firma que factura 10 mil millones de dólares anuales, mil de los cuales los vende en la Argentina donde además cuenta con 50 mil hectáreas de tierras en la provincia de Buenos Aires, en la zona de Rojas.
Según el vicepresidente ejecutivo de sustentabilidad de Monsanto, Jerry Steiner, la biotecnología “será una parte importante de la solución, al abrir nuevas fronteras para mejorar el contenido nutricional de los granos, aumentar su tolerancia a la sequía o altas temperaturas y reducir el uso de pesticidas”. Agrega que “esta realidad plantea un contexto favorable para la Argentina, que por tener similares condiciones agroecológicas a Estados Unidos, pero en el hemisferio sur, puede nutrirse de las nuevas tecnologías e investigaciones de forma más rápida que Brasil”, sostuvo el funcionario de la multinacional que produce semillas y agroquímicos de cuestionables efectos en la salud humana.
Lo cierto es que ante el avance de las urgencias humanas, las grandes multinacionales se frotan las manos celebrando el dinero que harán a costillas de los saqueados permanentes. El capitalismo, envuelto en las crisis financieras que genera, planifica el futuro. Diagrama el escenario de los próximos cuarenta años y ratifica la continuidad de la devastación del medio ambiente, la irracional explotación de los recursos no renovables y la pauperización de la vida de los que son millones. Y, al mismo tiempo, vende productos para saciar el hambre que impulsa y multiplica. La perversión llevada al extremo. La creación de masas de empobrecidos para que luego sean los estados nacionales los clientes que compren productos para responder a esas demandas mínimas. Entre los que piensan el futuro y los negocios del mañana a partir del hambre de los que son más en esta cápsula espacial llamada Tierra, están las grandes multinacionales de la semillas y los agroquímicos, como Monsanto.
Una verdadera filántropa de la humanidad.

Carlos del Frade

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